El primer día

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Escribir al instante es tomar una foto de un momento preciso, en el filo mismo del porvenir inmediato, que siempre es una sorpresa. Yo escribo ahora, a las tres de la tarde, en el despacho siempre provisional de la universidad, que cambia de un año a otro, lo cual tiene la ventaja de que uno no acaba de sentirse asentado. Es una sensación que a mí no me cuesta nada tener. El año pasado ocupé el despacho lleno de libros de un profesor que estaba de sabático. Curiosear los libros en las estanterías era asomarse a una parte de la intimidad de una vida ajena, como ver un album de fotos de un desconocido. El dspacho de este año no tiene ventana, pero sí una estantería en la que he guardado los libros que he ido poniendo como lecturas estos últimos cursos.. He clavado en la pared un poster de Billie Holiday y otro de Thelonious Monk que van conmigo de despacho en despacho. En una balda he puesto un par de fotos de familia. Ultimo los apuntes para la clase, con el fondo de nerviosismo de cada principio de curso. Habrá, como siempre, caras familiares y caras nuevas. Habrá una variedad grande de orígenes, inclinaciones y acentos, y un visible hilo común de entusiasmo por la literatura, por leerla y escribirla. En la calle estará bajando muy rápido la temperatura, porque avisan que desde esta noche volverán fríos tremendos, después del alivio relativo y de ayer y de esta mañana. Al entrar en el aula me acuerdo de esos grupos de personas que se ven reunidas y cuentan historias: los peregrinos a Canterbury, los fugitivos de la peste de Florencia. De eso se trata.